Page 9 - Nemachtia Diciembre
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Sus numerosos trabajos sobre narcisismo han sido para mí,
como para muchos de nosotros, fuente de inspiración para la
comprensión de las dinámicas de vergüenza trabajando con
pacientes graves. Con Andrew conversamos sobre nuestro
tema favorito, personalmente y por escrito. Nos conocimos en
Roma, participando juntos en un Simposium sobre Vergüenza
(2005). Sintonizamos enseguida, nos habíamos interesado
por los trabajos freudianos sobre el narcisismo y como Kohut
reelaboraba el narcisismo con el término empatía. Yo misma
elaboré un trabajo titulado “De la herida narcisista al
sentimiento de vergüenza” (Velasco, 1998) en el que trataba
de ver con otros ojos la patología narcisista (como se solía
entonces llamar a los pacientes graves, entre los que se
encontraban pacientes con anorexia mental, con las que
estaba trabajando en aquel momento). En este punto me
gustaría incluir que en mi trayecto personal y profesional han
influido también algunos poetas. Los poetas consiguen
condensar en muy pocas palabras muchas sensaciones. Uno
de los más significativos para mí es el poeta español Ángel
González (1925-2008). A González lo definiría como uno de
los poetas más influyentes en el contemporáneo
pensamiento relacional. En la última ocasión en la que estuve
trabajando en la clase del master en psicoterapia relacional en
12
Madrid , uno de los alumnos me comentaba que tendríamos
que poder incluir más al poeta. Algunos versos de este poeta
suelen encabezar mis trabajos o están incluidos en el soporte
de power point que utilizo en las clases.
Un ejemplo es el poema Si Temo .
Si temo 13
mis imaginaciones,
no es porque vengan de mi fantasía,
sino de la memoria.
Si me asusta la muerte,
no es porque la presienta:
es porque la recuerdo.
(Ángel González, 1925-2008)
El primer paciente que me confiaron en el Servicio de
Psiquiatría Infantil en el que realizaba mis prácticas, durante
mi proceso de formación, fue una joven enferma de anorexia
que se negaba a un ingreso terapéutico. Ella aceptó, sin
embargo, a seguir conmigo un tratamiento ambulatorio.
Acudía al hospital dos veces por semana.
NÚMERO 5 / DICIEMBRE 2018 9
como para muchos de nosotros, fuente de inspiración para la
comprensión de las dinámicas de vergüenza trabajando con
pacientes graves. Con Andrew conversamos sobre nuestro
tema favorito, personalmente y por escrito. Nos conocimos en
Roma, participando juntos en un Simposium sobre Vergüenza
(2005). Sintonizamos enseguida, nos habíamos interesado
por los trabajos freudianos sobre el narcisismo y como Kohut
reelaboraba el narcisismo con el término empatía. Yo misma
elaboré un trabajo titulado “De la herida narcisista al
sentimiento de vergüenza” (Velasco, 1998) en el que trataba
de ver con otros ojos la patología narcisista (como se solía
entonces llamar a los pacientes graves, entre los que se
encontraban pacientes con anorexia mental, con las que
estaba trabajando en aquel momento). En este punto me
gustaría incluir que en mi trayecto personal y profesional han
influido también algunos poetas. Los poetas consiguen
condensar en muy pocas palabras muchas sensaciones. Uno
de los más significativos para mí es el poeta español Ángel
González (1925-2008). A González lo definiría como uno de
los poetas más influyentes en el contemporáneo
pensamiento relacional. En la última ocasión en la que estuve
trabajando en la clase del master en psicoterapia relacional en
12
Madrid , uno de los alumnos me comentaba que tendríamos
que poder incluir más al poeta. Algunos versos de este poeta
suelen encabezar mis trabajos o están incluidos en el soporte
de power point que utilizo en las clases.
Un ejemplo es el poema Si Temo .
Si temo 13
mis imaginaciones,
no es porque vengan de mi fantasía,
sino de la memoria.
Si me asusta la muerte,
no es porque la presienta:
es porque la recuerdo.
(Ángel González, 1925-2008)
El primer paciente que me confiaron en el Servicio de
Psiquiatría Infantil en el que realizaba mis prácticas, durante
mi proceso de formación, fue una joven enferma de anorexia
que se negaba a un ingreso terapéutico. Ella aceptó, sin
embargo, a seguir conmigo un tratamiento ambulatorio.
Acudía al hospital dos veces por semana.
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