Page 10 - Nemachtia Diciembre
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El primer paciente que me confiaron en el Servicio de SESIÓN CLINICA
Psiquiatría Infantil en el que realizaba mis prácticas, durante mi La manera en que se me ha ido configurando lo central de mi
proceso de formación, fue una joven enferma de anorexia que trabajo deriva de mi experiencia clínica: el trabajo con pacientes
se negaba a un ingreso terapéutico. Ella aceptó, sin embargo, a y el trabajo con otros colegas revisando juntos la clínica. Suelo
seguir conmigo un tratamiento ambulatorio. Acudía al hospital utilizar la expresión “Revisión Clínica” o “Sesión Clínica” para
dos veces por semana. Pudimos trabajar durante un periodo de definir el “llamado” trabajo de “supervisión”. Me gusta más
seis años (la última parte de este tratamiento se realizó ya en presentarme como conductora de la sesión clínica en mi trabajo
mi consulta). Aprendí mucho de este trabajo. Ella superó su en la Unidad de Salud Mental (Centro de Salud Pública) que
enfermedad y desarrolló la identidad que estaba frenada con la como supervisora. Clásicamente “supervisábamos” nuestro
ayuda terapéutica. Aprendí a “atravesar momentos de trabajo clínico, solíamos atribuir el conocimiento a nuestros
vergüenza” con ella, avanzando en la co-construcción de un experimentados profesores. Si bien la experiencia la vamos
vínculo seguro (Bowlvy, 1958; Marrone, 2001; Juri, 2011) en el adquiriendo en la medida en que vivimos y realizamos nuestro
que ella podía manifestar con libertad sus emociones. trabajo, nuestro punto de vista hoy en día ha cambiado,
actualmente le damos valor al desarrollo de la subjetividad. Los
La vergüenza es un afecto que lleva implícita la connotación de psicoanalistas nos fijamos en la subjetividad, es nuestro objeto
defecto, tener un defecto, ser portador de un defecto. No queda de estudio, como desarrollé en el trabajo El sentimiento de sí:
otra que atravesar por ese afecto, la vergüenza, para poder estudio de la subjetividad (Velasco, 2002). Tratamos de
liberar iniciativas que incluyan la expectativa de llegar a ser contribuir a su desarrollo. Desde este punto de vista, nos
alguien de valía. Poder atravesar la vergüenza es un reto aproximamos más a la experiencia real “revisando” la clínica, en
terapéutico. Lo logramos si en nuestros referentes teóricos el sentido de volver a mirar, en una sesión clínica, que
contamos con ello. Como diría Donna Orange (2005), la “supervisando” porque este tipo de conocimiento no está del
vergüenza es un invitado esperado, la identificamos si lado del profesor sino que surge de la interacción misma, del
pensamos en ella. Sentimos vergüenza cuando nos atrevemos intercambio intersubjetivo que se produce realizando el trabajo
a ser nosotros mismos y si este atrevimiento no coincide con la de revisión de la clínica con el objetivo de que el paciente
aceptación del marco de desarrollo, el sentimiento es tan evolucione. Está implícito, también, el objetivo de desarrollarnos
intenso que se corre el riesgo de no poder atravesarla. La como profesionales. Estas experiencias contribuyen al
vergüenza nos lleva a esconder, a tapar. El antídoto de la desarrollo de la identidad de todos los participantes (pacientes y
vergüenza es la aceptación: lograr llegar a “sentirme aceptado analistas).
con mi singularidad”.
Tener en mente las dinámicas de la vergüenza es muy útil para Una poeta que me acompaña recientemente es la neoyorkina
trabajar con pacientes. En todas las experiencias terapéuticas Marianne Moore (1887-1972). Ella expresa muy bien en su
podemos identificar, si las exploramos, aquellas experiencias poema “efforts of affection” (esfuerzos de cariño) en que
de insuficiencia o de déficit que producen vergüenza. La consiste nuestro trabajo. Mi comprensión de las palabras de la
experiencia terapéutica es una oportunidad para poder de- poeta en relación a nuestro trabajo diario es la siguiente: Son
construir (Velasco, 2009) la convicción emocional (Orange, necesarios muchos “esfuerzos de cariño” para poder
2005) que no permite el desarrollo y para construir una nueva transformar cualquier transgresión en sentimiento de
imagen de uno mismo en un marco distinto. Se me hace integración. Así crecemos, así nos desarrollamos, así
presente ahora la pregunta que le dirigí a Lichtenberg en su alcanzamos una singularidad determinada, una consistencia
visita a Barcelona: él nos expresó citando a Stern que el niño determinada.
tiene habitualmente dos tipos de diálogos, uno exterior con los
demás y otro interior consigo mismo. Yo le comenté entonces a Estas son las palabras de la poeta:
Lichtenberg que nuestra tarea como psicoanalistas sería el “Y así, la entereza-
poder atravesar esa línea y tener acceso al diálogo interior, ese ¿integridad?
trabajo muchas veces atraviesa por la vergüenza. Se consigue digamos mejor esfuerzos de cariño
así una expansión diádica de la conciencia según la acertada que consiguen una integración
formulación de Tronick (1998). La adolescencia es la etapa que desafía cualquier trasgresión.”
patognomónica de las vergüenzas, aunque la vergüenza la
experimentamos antes, siempre que nos atrevemos a tener una (Marianne Moore, 1951. Traducción de Olivia de Miguel, 2010)
iniciativa frente a la mirada de alguien.











10 NÚMERO 5 / DICIEMBRE 2018

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