Page 8 - Nemachtia Diciembre
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Un tratamiento psicoanalítico que se inicia con una sensación de
dolor mental es una experiencia en la que registraremos
emociones en un marco adecuado para ello.

Coincidiendo con la sentida pérdida de mi madre empecé mi
segundo análisis personal, en esta ocasión con un psicoanalista
didáctico de la SEP (IPA). Una ocasión para poder integrar en el
proceso de tratamiento mi mundo afectivo y mi mundo
profesional. Una expresión muy afortunada de Stolorow es la de
“mundos de experiencia” porque une la dinámica intersubjetiva
del marco contextual con el desarrollo experiencial.

Considero que lo central de nuestro trabajo es facilitar el
desarrollo emocional del paciente (Velasco, 2011). ¿Cómo
contribuimos a este desarrollo? ¿Cómo ha evolucionado nuestra
práctica psicoterapéutica? ¿Qué conceptos nos son más útiles?
¿Cómo trabajamos hoy en día?

Interrogantes que surgen cuando me ocupo de poner por escrito
algunas cuestiones de mi trabajo y que trataré de responder a
través de poder exponer aquellas imágenes mentales que han
servido para avanzar en mi desarrollo personal y profesional y
que, por lo tanto, han influido en mi identidad de psicoanalista.

EL SENTIMIENTO DE VERGÜENZA
Muy pronto me interesó profundizar en el afecto de vergüenza.
Llegué a ello a través de mi particular manera de ser y a través
de mi trabajo con pacientes atrapadas en imágenes demasiado
idealizadas de sí mismas como ocurre, por ejemplo, en los
trastornos alimentarios, en las adicciones, o en los esfuerzos por
proteger y defender una singularidad que no tiene visos de ser
aceptada socialmente (contextualmente), como es el caso de
determinadas situaciones en las que la identidad sexual es un
conflicto no resuelto. Uno de mis principales referentes sobre
este tema fue para mí el ya desaparecido Morrison. También las
aportaciones de Lichtenberg, Stern, Lansky, De Gaulegac y
Orange van conmigo en el trabajo de comprensión para ayudar a
desbloquear situaciones que tienen un substrato de vergüenza.

En el trabajo de comprensión atravesamos por muchos
momentos de vergüenza en la habitación de lo íntimo, en la
sesión de análisis. Morrison, autor de La Cultura de la Vergüenza
(1998), consiguió transformar de manera magistral su propia
vulnerabilidad en importante conocimiento sobre el afecto de
vergüenza (Velasco, 2010).













8 NÚMERO 5 / DICIEMBRE 2018

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